Así pues, aprovecharemos el terreno de una forma inteligente dando prioridad a los detalles. Es mejor lucir pequeños núcleos de interés equilibradamente dispuestos que cargar demasiado el ambiente sin orden. Este fin es fácil de alcanzar, por ejemplo, si la parte más cercana a la pared de la casa es convertida en un comedor al aire libre. Lo único que tendremos que hacer será adquirir un conjunto de mesa y sillas. Si necesitamos este espacio de día, cuidaremos de comprar mobiliario plegable.
Al margen de las cuestiones estéticas y de estilo, existe un aspecto que se suele pasar por alto incluso después de haber adquirido todo el mobiliario y el resto de accesorios de exterior. La mayoría no considera las condiciones climáticas de la zona en la que habitan y se lanzan a comprar muebles que, una vez instalados, no resisten las inclemencias del tiempo ni el paso del mismo.
Las maderas más recomendables
Si existe un material utilizado hasta la saciedad en la industria del mueble, ése es la madera. Los diferentes tipos de esta materia prima tienen características propias, así que tendremos que tener en cuenta que no todas las maderas son iguales en resistencia. Lo que buscamos en el exterior son muebles que permanezcan fuertes ante las condiciones adversas que se puedan presentar, como el sol intenso o la lluvia.
La forja en el jardín
El hierro forjado es muy apreciado por la versatilidad con la que se adapta tanto a espacios interiores como a exteriores. Desde románticos cabeceros de cama hasta elegantes celosías, pasando por ser el perfecto anfitrión de comidas celebradas en el jardín. Por otro lado, su probada resistencia al uso y al paso del tiempo, lo ha convertido en protagonista excepcional de un gran número de exteriores.
Además de tener la moda actual de su lado, la forja nos concede otra gran ventaja relativa a su conservación. El mantenimiento del mobiliario realizado en hierro forjado es el que menos esfuerzo nos exigirá para lucir siempre en perfecto estado. Podemos aprovechar la llegada del otoño para lijarlo y aplicarle una capa de antioxidante. En función de la zona en la que vivamos, tendremos que darle una mano de pintura cada año y medio-dos años.
Aunque al principio puede resultar poco cálido, el hierro forjado es más confortable de lo que pensamos a primera vista. Lo único que tendremos que hacer para aportarle un toque personal es combinarlo con tapicería. El catálogo de telas disponibles dentro del mercado es muy amplio, pero siempre realizaremos nuestra elección basándonos en el criterio de la calidad. Si aún así no nos convence, apuntaremos al mimbre y otras fibras naturales, pero tendremos que protegerlas bajo un toldo.